Por Fermin Vallejo Martinez
El primer debate entre los aspirantes a la gubernatura de Tamaulipas, organizado por el IETAM, reflejó lo que todo mundo sabe: puso en claro quién va a ganar la elección el próximo 5 de junio, y el papel que jugarán dos de los protagonistas.
Américo Villarreal Anaya, de Morena, que llegó con propuestas, firme, sereno, y marcando la pauta de lo que necesita Tamaulipas. Un doctor que inspira respeto, confianza y sobre todo esperanza para una sociedad que ha sido engañada, olvidada y maltratada por un régimen panista que solo sembró odio, y hoy está cosechando rechazo y malquerencias.
El candidato morenista llegó al debate a proponer, a no caer en provocaciones y poner oídos sordos a los ataques y descalificaciones. Llegó, sabiendo que está arriba en las encuestas y que tenía que mantenerse, sobrio y administrar esa distancia que lo pone en la antesala del triunfo.
Un Américo Villarreal, académico, con temple y sobre todo con ideas claras de lo que necesita Tamaulipas; habló de generar empleos; hizo énfasis en lo que sabe y conoce: la salud. Ofreció y prometió invertir en infraestructura médica, medicinas y salud para todos los tamaulipecos, “yo si sé cómo hacerlo”, presumió.
Ofreció también hacer un gobierno honesto que escuche y atienda a la gente.
En el tema de la seguridad, se comprometió a pagar salarios justos a los policías y en capacitación; pero también hizo énfasis en cero tolerancia a lo corrupción en los cuerpos policíacos.
“Yo represento el cambio, el futuro y la esperanza”, dijo en su mensaje.
También destacó que los Tamaulipecos tienen dos opciones: votar por la continuidad que representa el “Truco” y Cabeza de Vaca, que son los causantes de todas las cosas males del Estado, y la transformación y el cambio verdadero que representa el bienestar social para todos.
Por su parte, vimos al Truco Verástegui, en su justa dimensión: porro, pendenciero, camorrista, sin propuestas y muy corto de ideas. Lo único que hizo, fue acusar, descalificar y atacar de una forma ruin y corriente, propio de su personalidad pandilleril a sus oponentes.
Un “Truco” cínico, que presume su apodo, que significa trampa, engaño, maldad y perversidad. Cesar Verástegui fue víctima de sus propias palabras y sus indultos. Exhibió exactamente lo que es su jefe: Francisco Garcia Cabeza de Vaca.
El candidato de “Va por Tamaulipas” habló de valores y negó pactar con los delincuentes, cuando hay evidencias y testimonios de sus vínculos con los narcos (el ejemplo más claro: los audios entre el y Pancho Carrión).
Ante la falta de propuestas y argumentos, el Truco, insulto y cometió bajezas, al llamar “tarugo”, “mantenido”, “tibio” a sus adversarios. Enseñó con sus ataques, lo que es: un individuo aldeano, primitivo, en quien los tamaulipecos no pueden, ni deben confiar, menos regalarle un voto.
El Truco, fue al debate, a exhibir sus miserias cerebrales. Así de simple.
En cuanto a Arturo Diaz, tampoco sorprendió, pues a falta de inteligencia, mostró ignorancia y ocurrencias.
El debate, que despertó mucha expectación, sirvió además, para lo que es: un show mediático que no influye en nada sobre el electorado, porque a estás alturas, la sociedad tamaulipeca, ya sabe por quien va a votar el próximo 5 de junio.